Fue el último refugio de los moriscos tras la caída del Reino Nazarí y lugar de inspiración de numerosos poetas románticos. Las Alpujarras son herencia directa de aquellos súbditos que acomodaron sus viviendas en un territorio de pendientes imposibles y que sembraron sus campos con exóticos árboles frutales y plantaciones de moreras para la cría del gusano de seda, base para tejer las telas, tapices, mantos y pañuelos que se exportaban a Europa y a Oriente Medio en aquella época.
Entre viñedos, almendros y bancales se edifican las comarcas más importantes, orientadas hacia el sur para aprovechar el buen clima Mediterráneo. La Alpujarra Granadina cuenta con más de 80 pueblos distribuidos bajo la falda sur de Sierra Nevada.
Una de las localidades más importantes es Lanjarón, conocida como “la Puerta de la Alpujarra”, de calles anchas y donde destaca su romántico balneario de aguas mineromedicinales. Órgiva es la capital de la Alpujarra baja y a orillas del río Guadalfeo inicia los caminos que trepan hasta la Alpujarra alta.
La arquitectura cambia en el “Balcón de la Alpujarra”, formado por los pueblos de Cáñar, Carataunas y Soportujar, famosos por sus fuentes, lavaderos y miradores. Cerca se encuentra el Centro Budista de O Sel Ling, ruta de espiritualidad ideal para el retiro y la meditación. Los entendidos dicen que el triángulo formado por los picos del Mulhacén, del Veleta y de la Sierra de Órgiva, es uno de los más fuertes energéticamente del planeta.
Ya al final del camino se distingue el “Barranco de Poqueira”, formado por las localidades de Pampaneira (que forma parte de la red de pueblos más bonitos de España), Bubión y Capileira, donde todo guarda una perfecta armonía gracias a calles estrechas, plazas asimétricas y casas aterrazadas que han conservado hasta nuestros días el legado arquitectónico del paso de los Árabes por estas tierras. En lo más alto se sitúa Trevélez, famoso por los secaderos de jamón que curan miles de piezas de este delicioso producto cada año.
La Alpujarra, además, ofrece una rica artesanía. Es famosa por sus jarapas y cerámicas de herencia nazarí, una variada gastronomía que incluye desde una excelente miel, hasta una creciente variedad de buen vino de la zona, los conocidos platos alpujarreños, las truchas de gran calidad y la repostería de origen morisco.
Hacer senderismo, esquí de travesía, rutas a caballo, vuelo libre, parapente y otras actividades deportivas puede ser una excelente alternativa para disfrutar de la naturaleza y de una comarca donde realmente parece que se ha detenido el tiempo.